domingo, 8 de diciembre de 2013

ROMANCE INTERPOLAR



Hace muchos años le regalé esta canción a una muy querida amiga. Es una metáfora, como mucho de lo que yo escribo. Un príncipe que emprende un largo viaje para salvar a su princesa. Todos los que la queríamos hubiéramos querido ser él para ella.

jueves, 31 de octubre de 2013

Cómo sucedió que los números no se escriben con b

De cómo decidí explicar a mis alumnos y alumnas la norma ortográfica que dice que los números se escriben con v.

En el País de los Números todo está muy limpio y ordenado. De todos es sabido que son muy organizados. Forma parte de su naturaleza. Cada cosa en su lugar y en su justa medida. Los números se suman, restan, multiplican o dividen con exacta precisión. Las líneas de los polígonos, ya sean abiertos o cerrados, comienzan y terminan en el cardinal exacto, ni un milímetro más, ni un centímetro menos. Los ordinales se corresponden sin ningún margen de error, lo mismo en un bloque de pisos que en una carrera de caballos. Incluso los romanos, que ya van peinando canas, se agrupan y emparejan con lógica aplastante.

Muy distinto es el País de las Letras. Ellas cambian a menudo de traje o de peinado. Todo allí es sorprendente. La letra a es arial, helvética, times o courier según mejor le convenga. Las haches, uves y pes se visten de cursiva para ocasiones especiales. Mayúsculas y minúsculas se intercalan alegremente entre versos, estrofas, pautas, cuadrículas, puntos y comas. En definitiva, las consonantes y vocales organizan divertidísimas fiestas de abecedario. Sílabas y palabras escriben fantásticas historias en las que inventan, opinan y dan forma a los sueños. 

Hace muchos, muchísimos años, los números se dieron cuenta que necesitaban de las letras para ser leídos y escritos. Muchos escritores preferían utilizar palabras como antes, después, a continuación o por último en vez de intercalar en sus escritos un 1º (primero), un 2 (dos), un 4 (cuatro) o un  22º (vigésimosegundo). Así que se reunieron en una gran asamblea y decidieron invitar a las letras a conocer su metódico país. Esperaban que ellas, que a todo ponen voz y sonido, supieran darles forma de palabra. Las letras se pusieron muy contentas, pues no todos los días se tiene la oportunidad de visitar un país exótico con todos los gastos pagados.

Los números, por su parte, se prepararon para recibir a tan ilustres visitantes. Organizaron con esmero  todo tipo de actividades, meriendas y visitas guiadas. No olvidemos que  son expertos en el manejo de las horas, los minutos, los segundos y hasta las milésimas de segundo.
En el país de los números se cultivan huertos y jardines inmensos. Allí se afanan para recoger una buena cosecha de signos de multiplicar, de restar y sumar, cajas de dividir, formas de igualar o de comparar. ¡Qué aburrida sería la vida  sin signos para añadir, quitar o repartir! Naturalmente, las letras visitaron esos extensos huertos y campos.

Éstas no salían de su asombro. Es cierto que ellas recogían  de sus frondosos bosques signos de puntuación, acentos y tildes, comas y dos puntos, exclamaciones e interrogantes, comillas y arrobas. Pero las letras no se preocupaban demasiado por su cultivo y todo eran  frutos silvestres que crecían  en los árboles y arbustos que llenaban su hermoso país. Las hadas, musas de la inspiración, se encargaban de sus cuidados, de la recolección y de su posterior maceración y conservación. Cuando una letra necesitaba descansar, solamente debía hacerlo y aparecía un punto y seguido. Si lo que se precisaba era cuestionar, los signos de interrogación se colocaban solícitos amparando la entonación adecuada. Si se iba a cambiar de asunto el punto y aparte hacía solito todo el trabajo. Las musas de la literatura trabajaban sin descanso para que todo funcionara.

Pronto llegó el momento de la importante reunión en la que consonantes y vocales se irían ordenando para formar las sílabas y palabras que, por fin, darían lectura a  los números. Éstos, ¡tenían tantas ganas de ser escritos en libros y cuadernos por todos los niños y niñas del mundo! 
Comenzó el primer número. Bueno, en realidad es un no número, pero ¡es tan necesario! Sí, así es. Lo habéis adivinado. Se presentó el 0 y explicó su significado. 
- Yo soy nada. En solitario soy nulo- dijo- pero si acompaño a  las cifras a su derecha las transformo, aumento o ayudo a cambiar de decena. La C de círculo, casi tan redondo como el cero,  se ofreció voluntaria para ser la primera, así que  la letra e se cogió de su mano y se quedó con ella. La r suave agarró una o, ¡tan parecida es a ese número! y formaron la palabra cero
El 1 manifestó su deseo de no ser muy largo, pues la cantidad que representaba era más bien pequeña. -- Está bien- dijeron las letras- te escribirás uno.
El 2 deseaba afirmar su naturaleza plural y se empeñó es terminar con la letra S.
El seis quería tener una i a toda costa. - Tan divertida es la i con su sombrero- repetía.
El siete quería tener la letra E. - Yo soy como ella pero del revés, y a la pata coja- dijo. 
- Pues, ¡ más me parezco yo! - exclamó el tres que también se quiso escribir con la e.
- El 8 debe llevar dos os- sugirió alguien- Una al comienzo y otra al final. Y todos estuvieron de acuerdo.

Así se fueron sucediendo los turnos. De uno en uno, claro. Con todas las demás letras, estaban la b y la v. 
Hermanas mellizas como ya habréis podido imaginar. Son tan parecidas en sonido y tan distintas en su forma... Sí, es cierto que el modo de sujetar a las vocales es muy parecida, por algo son hermanas... Pero la v es vital, veloz y valiente . Sin embargo, su hermana, la b, es muy bromista y burlona. Incluso algo bobalicona.  ¡Estaba de lo más aburrida en aquella reunión! A ella lo que le gusta es un buen baile y bostezaba sin parar. Abría la boca, cerraba los ojos y cabeceaba de arriba a abajo y de abajo a arriba.
Fue por eso que sin pensarlo demasiado, la letra b se separó del grupo y se alejó, curioseando aquí y allá, maravillada ante tanto orden y concierto. ¡Era tan distinto el País de los Números a lo que ella conocía! 
De este modo fue que, altiva cual bonito beso, la b se dirigió a los huertos y jardines que con tanto mimo cuidaban los números. No penséis que anduvo con cuidado o con tiento o con tino. ¡No señor, no¡ A su paso la b aplastó árboles y plantas, abrió surcos  en la tierra con su esbelta figura, probó todos los frutos y bebió de todas las fuentes de todos los jardines. Alargaba su largo brazo y alcanzaba las frondosas copas de todos los árboles frutales. Recogió con curiosidad signos negativos y positivos. ¡ La x de la multiplicación la colocó dentro de un divisor! ¡Todo, todo  todito lo embarulló!

En cuestión de minutos el País de los Números se convirtió  en un tremendo caos. Las sumas olvidaban las llevadas y las restas no sabían qué quitar. Los signos de multiplicar y dividir se mezclaban en un tremendo barullo de operaciones inconexas e incompletas. Los relojes dejaron de marcar las horas. El día y la noche se sucedían a intervalos cortos y largos sin ninguna lógica.
Cuando saltaron las alarmas, la reunión entre letras y números fue suspendida inmediatamente y se declaró en el país estado de emergencia. 
La letra b trató de justificarse en vano cuando las autoridades la apresaron por escándalo, por poner en riesgo la salud pública y por un montón de cargos más : 
1. Hacer que Miguel, Ana, Sofía y Hugo suspendieran un control de mates en el cole al confundir  el signo de multiplicar con el de dividir.
2. Provocar una pérdida de 0.95 céntimos en la frutería de Manuel, por mezclar los decimales con los enteros.
3. Marcar erróneo el peso de Natalia por poner los kilos en lugar de los gramos. La pobre ha estado sometida a un estricta dieta durante tres cuartos de hora.
4. Subir la planta primera del aparcamiento del barrio de Marisa a la azotea y colocar la tercera en el sótano, con el consiguiente perjuicio ocasionado a los usuarios. ¡Nadie encontraba su vehículo!
5. Impedir que Mario reparta golosinas entre sus amigos por no encontrar en su sitio el signo de dividir ¿o era el de restar?
6. Perder un cargamento de juguetes que viajaba en un avión que aterrizó en el Polo Sur.
7. Hacer que una clase entera de segundo de primaria contestará con una suma a la pregunta esa de -¿cuánto falta para...?

Y un montón de asuntos más...

El universo matemático se vio alterado como nunca antes en la historia del País de los Números había ocurrido. ¡Ellos, que tan orgullosos estaban de velar por el sentido común y el orden!

Bruta,bufona, bobalicona, gamberra, abusadora, embustera, borrica...- le decían las otras letras muertas de la vergüenza. Y aunque trataron de defenderla, poco pudieron hacer. Los números estaban tan molestos que incluso peligraron las relaciones diplomáticas entre ambos países. Finalmente, y tras muchas negociaciones, se decidió usar  la letra v en su lugar, que parece igual, aunque no lo es.


Sí, sí...coincido con lo que estáis pensando...la letra b también es buena y brillante, y sin duda suena a besos de abuela, a bondad, a sabiduría...También sabe a batido de banana, a frambuesa, a albaricoque y  a bizcocho. No hay abrazo sin ella, ni niña bonita , ni barco que surque los mares. Pero los números no entienden de romanticismo y todavía hoy, la letra b no puede ocupar ciertos puestos de relevancia en la escritura de números.

Es por esto que os he contado, chicos y chicas, que ningún número del mundo se escribe con b. Escribimos NUEVE, VEINTE, VEINTINUEVE, NOVENTA NOVENTA Y NUEVE, NOVECIENTOS, NOVECIENTOS NUEVE, NOVECIENTOS VEINTE, NOVECIENTOS VEINTINUEVE.... siempre con uve.
La b fue desterrada del País de los Números con la prohibición expresa de no regresar en millones y millones de años. Los problemas espaciales, temporales y numéricos que causó se recordaron casi hasta el infinito...
¡Bueno, es cierto! Tal vez estoy exagerando...pero no me negaréis que tuvo que pasar al menos un billón de años para que la b volviera al País de los Números...

martes, 24 de septiembre de 2013

Todos hemos rezado

- Profe...ayer nos pusiste un castigo. Dijiste que a la hora del recreo nos quedásemos a tu lado... Iker me mira con los ojos resignados y muy abiertos mientras sostiene en la mano derecha el zumo y el bocadillo envuelto en papel de aluminio.
Los demás están ya en la fila, fieles al alborozo que les suele acompañar en este intercambio de tiempos y no recuerdan siquiera que ayer, en un arrebato, les dejé sin patio. 
Me quedo mirándolo muy seria e intento darle las explicaciones que el griterío infantil me permite. Sus compañeros están ajenos a nuestras conversaciones y no tienen ninguna intención de quedarse a mi lado cuando pisen el patio. Sin embargo, Iker lo ha tenido muy presente toda la mañana. ¿Será por eso que hoy solamente ha pedido ir al baño un par de veces? ¿Será por eso que no se ha levantado sin permiso?
La verdad es que yo no me he acordado de nada de lo que les dije ayer sobre este rato de asueto. Mal asunto lo de amenazar para no cumplir, pero no tengo ninguna intención...
- Hoy habéis superado la prueba, Iker. Vuestro comportamiento ha sido más que aceptable. Os levanto la sanción.
Da un par de saltitos sin dejar de pisar el suelo y me asegura que las oraciones de toda la clase han sido escuchadas. 
-Llevamos toda la noche rezando, profe. Dios nos ha escuchado...fíjate Mar, que incluso "Chisa" (nombre impronunciable para mi) se la ha pasado rezando en árabe!!!!
Me río y le digo que sí, que sus oraciones han sido atendidas y las mías también, que me he pasado la noche entera rezando para que se porten así de bien.
Sigamos rezando, pienso.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Brisa de sol


Una canción para mi pequeña Brisa de sol...para mi Niña de Mar...que soñaba con un planeta en el que era princesa y del que tuvo que marchar para ser mi hija.
Y yo, que soy su madre...me pregunto a menudo qué será de ella, dónde irá y con quién andará...

lunes, 16 de septiembre de 2013

Adiós colegio, adiós

Extiendo mis carpetas y mis cajas de cartón por el suelo de la habitación y escojo materiales que me pueden servir en este nuevo curso. Aparecen algunos dibujos dedicados, poemas, flores espachurradas entre las hojas y alguna ficha extraviada sin terminar, repleta de letras y trazos infantiles. 
Me pongo en orden y trato de tirar algún papel, pero todo vuelve a su sitio. Cada cosa en su lugar. Todo menos yo que estoy en periodo de adaptación, procesando información y cambios. Como un perrito sin dueño. Expectante.
- Deberes los viernes (vaya hombre, soy contraria, pienso)
- No ponemos nota numérica (¡vaya por dios!)
- Hay fichas de lectura (¡toma castaña! vaya castaña lectura...)
- ¿Cómo piensas trabajar con la niña marroquí que no habla español y que acaba de llegar? (esto...pues no lo he pensado, pero...¿quién eres tú?...encantada...pienso)
¡Ay, mi madre! Pero es que hay más ¿Más? ¿Cómo he podido sobrevivir todo este tiempo sin nadie que me alumbrara? (Es broma)
- El patio cuando llueve, ¿sabes cómo va? Te quedas con tu clase y vendrá alguien un rato para que te tomes un café. Pero ni rato ni alguien encuentran mi clase y esa mañana no hay café.
- Profe, ¿puedo o no puedo?...- Pues no sé bonita...- ¡Pero es que me han dicho que le pregunte a una profe! (asombro) - Ya...- respondo.
Mis mañanas van a estar repletas de "Tú lo que tienes que hacer es..."bienintencionados, lo sé... pero resoplo (siempre hacia adentro, fui a un colegio de monjas)

Echo mucho de menos a mi gente, las caras conocidas, lo imperfecto, lo mejorable, los proyectos inacabados, mis espacios, lo mío...
Echo de menos la seguridad, saber en cada momento cómo proceder. El colegueo y las bromas de los viernes. Los libros, las ventanas, las llaves, la arena del patio, el charco, la puerta que no ajusta, el banco de la calle, la máquina de café, que me falte material, subir y bajar escaleras.
Este curso me propongo no permitir que me invadan los afectos. Construir una coraza. No enfadarme. Hacer como que no sé. Fingir que no he hecho esto antes. Intentar no imponer los criterios que ya tengo claros, estudiados y meditados. Enterraré el hacha de guerra. Miraré para otro lado. No me señalaré. No me convertiré en minoría. No protestaré. No me pronunciaré.
Por el contrario diré que sí. Me sumaré a la mayoría. Obviaré ideales cuando sea necesario. Aprenderé de nuevo. Creceré. Y al final, probablemente ceda. Habrá emociones.
Pero echaré de menos el Colegio García Lorca, de Alcalá de Henares...con todo y sus imperfecciones...

viernes, 13 de septiembre de 2013

Moriré primero

El día que yo me muera no te veré. Ese día cerraré  los ojos y desapareceré. No quiero llantos ni dolores. Quiero una fiesta en mi memoria. Quiero que hables de mi y que me escuches cantar, aunque esté muerta. 
El día que yo me muera no espero flores, ni palabras de desconsuelo. Quiero que mires de frente y camines. Quiero que tomes todas las manos que te ofrezcan y que mires a los ojos de la gente. Quiero que escuches atentamente cuanto te digan de mi, y tomes nota, para nunca fallar mis fallos.
El día en que me marche debes ser valiente. Seguirás sembrando mi huerto aunque yo no esté. Guardarás mis bienes que están todos en ti. Los protegerás de la amargura. Decidirás la forma en la que vas a recordarme. En ese instante, aunque esté ida, surgirá en tu gesto mi sonrisa, nacerá de tu andar algún camino que fue antes mío. Conservarás por siempre mi legado, hasta el final de tus días, para que muera contigo cuando no estés, para que quede ya, sólo tu esencia.

martes, 6 de agosto de 2013

Cartas para papá y mamá

Destinatarios: Papá y Mamá... 
- Esto no lo podemos dejar así. ¿Cuántos papás y mamás calculas que hay en tu bloque?
Me miran sorprendidos y con una media sonrisa me dejan claro que comprenden lo que les acabo de decir. Entonces intervienen casi todos diciendo el nombre de sus padres.
- Hay que escribirlo, les digo. Así el cartero encuentra el buzón.
¡Están tan contentos! Una carta para papá y mamá es la mejor forma de terminar el curso. Hemos estado varias sesiones y la hemos tenido que corregir para que no tuvieran faltas de ortografía. Buscaron su dirección en secreto para que fuese una sorpresa y han puesto solitos el sello. Porque para enviar una carta hay que pagar. 
Algunas van del revés, a lápiz, repasadas a medias con bolígrafo...Pero todas y cada una está escrita con mucho cariño y entusiasmo.
Aquí les dejo a mis niños una fotografía del momento en que se echaron al buzón de correos. Me hubiera encantado salir con ellos, pero ya no nos daba tiempo.




sábado, 29 de junio de 2013

Tu nombre al revés

En mi retina la tuya que dice me marcho
Me duele y me quiero marchar
Guardaré besos en cajas pequeñas
y los que no quepan los voy a
                                          olvidar
                        yo los voy a olvidar

No he de volver la cabeza
Firme mi paso ha de ser
Pues no hay dolor que me pueda
                                            no
                          me pueda doler

Compraré cosas bonitas
y pintaré en la pared
tu nombre al revés
tu nombre
                al revés

Tu silueta distingo y te veo sin prisa
sin pausa ¡que lejos estás!
Ordenaré trastos viejos y tuyos
y los que no sirvan los voy a
                                        tirar
                      yo los voy a tirar

Me vestiré de señora
que es lo que siempre seré
No habrá rencor que me pueda
                                          no  
                     me pueda vencer  


Compraré cosas bonitas
y pintaré en la pared
tu nombre al revés
tu nombre
                al revés

No parecía que fuera sangrando la herida
más bien parecía
                          que sangrabas tú
                                                    tú
                                                        que sangrabas tú
                                                    tú
                                                        que sangrabas tú

viernes, 28 de junio de 2013

Completa Incompleta



Mis niños y mis niñas de este curso 2012-13 ya saben lo que significa para nosotros esta canción.
La hemos bailado juntos muchas veces. Hemos aprendido a no tenernos vergüenza y a querernos más. 
A pesar de sus seis, siete, ocho años... les he puesto a menudo este tema. Y hoy, con el año escolar finalizado, la escucho y los recuerdo a ellos revoloteando por clase, bailando juntos, aprendiendo a ser grupo, disfrutando de ser un SER completo en un grupo de SERES que se quieren, se acogen, se comprenden y se respetan.
Ya por siempre, estas notas serán ellos y ellas...  Sonrojados, cortados, entusiasmados, relajados, alterados, impacientes...deseando que algún compañero o yo misma les de la mano para bailar.
 Porque esta tarde de viernes y de inicio de vacaciones, su maestra se siente un poco incompleta. Incompleta sin ellos y ellas. Aunque repleta de recuerdos y aprendizajes, de retratos, de dedicatorias, de afectos...

martes, 25 de junio de 2013

Del derecho y del revés

Me recreo en el inmenso amor que me desborda.
Voy tejiéndote la piel a mi manera.
Una puntada del derecho y otra del revés.
Me distraigo. Es un momento vano de nostalgia.
Sin rimas, ni corduras, ni añoranzas.
Una mirada del derecho y otra del revés.
Me enredo en símbolos. Aguamarina.
Me descoloco un poco. Lo justo para amarte.
Amarte sin esfuerzo del derecho y del revés.


miércoles, 5 de junio de 2013

Prueba LEA

Sus caritas atónitas me lanzaban mensajes de auxilio al entrar al aula, mirando sus mesas, normalmente en equipos de cuatro, separadas y colocadas en ordenadas filas de uno. ¿Hemos hecho algo?, preguntaba alguno. Les he explicado  que iban a realizar la prueba LEA, esa de la que ya les había hablado alguna vez.
He empezado a darles instrucciones de cómo debían comportarse en las siguientes dos horas. Al escribir la primera norma en la pizarra he puesto un NO podemos pedir que nos repitan algo del dictado... Ufff!!! mal voy, me he dicho a mi misma. Clima de tranquilidad, responsabilidad y trabajo, me he repetido y me he repetido y me he...repetido.

La siguiente indicación ha sido escrita en positivo; podemos esperar, podemos repasar...y de esta forma he llenado la pizarra. Después les he recordado cosas básicas sobre cómo se escribe una historia, la mayúscula después de punto, punto y aparte, colocación de unidades, decenas y centenas, leer los problemas despacito, señalar los datos, tener el lápiz afilado...
Me he fijado en Sergio, un niño diez, de esos que solamente necesitan a su maestra a modo de guía. Estaba apretándose las sienes con las manitas y tenía los ojitos abiertos de par en par. Le he preguntado si estaba nervioso y me ha dicho que sí, que lo estaba. Le he explicado que ese control no lleva sus nombres y que, en realidad, a quién iban a poner nota era a mi. Pero alguno más ha levantado la mano y ha dicho, tímidamente, que también estaba un poquito nervioso.
- He sido vuestra maestra en primero y segundo y quieren ver cómo lo he hecho. Pero yo estoy muy tranquila porque sé que lo vais a hacer todos lo mejor que podáis.
Entonces he mirado fijamente a una de mis marujillas, una de esas frescales, segura de sí misma, resuelta y decidida.
- Sofía, ¿a que tú vas a dar lo mejor que tienes?, ¿ a que puedo confiar en ti?
- Sí, claro, ha contestado ella con menos decisión de la que yo esperaba.
Entonces he hecho una ronda de preguntas similares y se han ido animando a tranquilizarme. Todos me han asegurado que se iban a esforzar mucho para dejarme en muy buen lugar.
- ¿Te puedes quedar sin trabajo? , me ha preguntado alguno.
- No...bueno...eso espero...
He sido un poco mala y les he recordado esos fallitos que tienen, y lo he hecho de forma individual y personal.
- Manuel, no intercales mayúsculas, Marina, escribe despacio y no te comas letras, Sergei, usa la letra q, Javier, haz la letra grande, Nerea, anota le llevada, Lydia, que esté todo limpito... Así, uno a uno.
He marchado confiada. Algo agobiada por no poder estar con ellos y lanzando besos y guiños a todos.
Estoy muy contenta, simplemente contenta. Se han portado tan bien y han sido tan mayores!!!

jueves, 9 de mayo de 2013

¡Qué poquito queda!

Estamos ya en esa época del año en la que todo el mundo te recuerda que te queda muy poquito. No sé si se nos dice con envidia, o por ser amables, o con la alegría propia del que va disfrutar más de sus hijos, que estarán relajados y sin deberes. Eso, los que son padres, porque del resto de la población...no entiendo muy bien por qué llevan mi agenda laboral.
Soy maestra de primaria. Cada vez que me lo dicen sonrío y asiento, complaciente, con la cabeza. Y por dentro se me remueve el alma, o el estómago, pensando en todo lo que hay que  hacer todavía, en el gran esfuerzo que queda, en la carrera final. Recuerdo que vamos por la tabla del siete, que los problemas combinados parecen una batalla perdida, que en las restas con llevadas hay que poner el puntito, que si no se nos olvida, que tu nombre empieza con mayúscula, que punto y aparte es eso, ¡aparte!, que la raya del margen está ahí para algo, que no se os puede olvidar una página de nada que os puse, que lagarto se escribe con g, que con j es que estoy "jartita", que no me diga el profe de inglés que habláis mucho, que hay que hacer pis durante el recreo, que...en fin... todo eso y más. Porque lo más difícil es conseguir que aprendan.
Desde luego que esta proyección de futuro a corto plazo es agotadora. Mucho más, si tenemos en cuenta que se suma al empeño diario que ponemos en hacer las cosas bien y para todos. Pienso en la semana previa al día del padre y de la madre, en el día de la Paz, en el festival de Navidad, en el día del libro, en las jornadas culturales, en carnaval...Todos esos días y su preparación pesan en mi salud, en mis nervios y en mis energías. Y pesan también en mis niños que, además, en breve tendrán que soportar aulas a 30º. Para colmo, en pleno mes de junio vendrán a hacerles una prueba que se llama LEA. Es larga y tediosa, y muy poco tiene que ver con la realidad de las aulas, con la diversidad y con la integración.
Mis queridos y queridas saben que les voy a echar mucho de menos. Eso no nos lo tenemos que decir. Sencillamente, nos queremos. Cuando pasen muchos años yo habré olvidado algunos nombres, apellidos, caras... Pero conservaré los afectos, los retratos que me hacen y que guardo en una carpeta, el incontable número de anécdotas y las sonrisas que me lanzan, incluso aunque me vean enfadada.
Y cuando llegue el mes de julio recogeré mis bártulos, ordenaré mis baúles, pondré mis papeles y mis nervios en orden, repondré mi paciencia... y me acordaré mucho, mucho, de todos ellos. Eso ya, para siempre, pues en mi bagaje profesional me los llevo y en el personal...en el personal ya son míos.

martes, 7 de mayo de 2013

Destino

A lo largo y ancho de la vida tomamos decisiones que nos conducen al destino irremediable que es el presente.
Lo cierto es, que rara vez nos paramos a pensar en las veces en que son las decisiones las que nos toman a nosotros. Siempre sin derecho a réplica, sin elección. En ocasiones, sin compasión.
Tampoco reparamos en ese momento en que hay un vacío absoluto de decisiones. Las indecisiones arrasan con todo, como una riada que desmonta nuestra casa, nuestro jardín, nuestra calle...
Entonces aparece la duda. Las dudas son confidencias que se cultivan en conversaciones de cerca, tomando un café, en una ventana de chat o en una charla con amigos.
Es fácil aconsejar o ponerse en el lugar del otro sin vivir las cosas en primera persona. ¿Cuántas veces estamos convencidos de aquello que es mejor para los demás? ¿Cuántas veces sabemos con certeza qué debe elegir el otro?
¿Qué hago? ,¡Cuántas veces esperamos que nos digan lo que debemos hacer!
Pero no hay respuestas útiles. Rara vez te va a servir lo que otro opina viéndote de lejos o de cerca, pero no desde dentro.
No hay más remedio que seguir. Caminar, continuar hacia adelante. No echar la vista atrás, no demasiado.
Al final, en alguna parada del camino, hay un lugar en el que sentarse a pensar. Entonces, uno descubre que ese es el sitio que se andaba buscando desde el principio. Y en ese instante, se puede estar tranquilo. El camino era el correcto. Las decisiones eran las adecuadas. Las indecisiones que un día quebraron la calma eran las que debían ser. ¿Y las dudas?...Las dudas ni siquiera se recuerdan ya.

jueves, 25 de abril de 2013

SECRETOS PARA LUCÍA


Su voz es infantil, ávida de saber, pizpireta. Lucía pregunta y yo le doy medias verdades. Entonces saca sus conclusiones y recoge un secreto. La animo a guardarlo como un tesoro. Le digo que la gente se debe entretener con sus propias miserias y no con las ajenas. Guárdalo mi vida. Lo que cuentes una vez ya está vendido y no pones tú el precio. 

Entonces, muy seria, con actitud casi adolescente, con sus casi diez años, Lucía me dice:
- Mamá, hace ya tiempo que sé que con un secreto tienes tres opciones. Uno, callártelo y guardarlo para ti; otro, contárselo a la primera persona que te encuentres; y el último, mamá, el último es contarlo añadiendo muchos detalles que hagan la historia más interesante. Yo, mamá, yo me quedo con lo primero.



Entonces Lucía, te iré regalando todos los secretos de la vida, iré regando tu tierra fértil con las aguas de mi pensamiento. Lo haré para que te lleves algo mío. Para que te quedes con mi esencia, con mi experiencia de amor, de amiga, de hija, de hermana, de madre. Te espero y te imagino mujer fuerte y decidida. Mujer entusiasta y divertida. Mujer convencida de sus pasos. Mujer que llore sin reservas. Mujer que ría a carcajadas. Mujer que guarde los secretos. Mujer que los mime y los envuelva en forma de canción, de poema, de pintura o de qué sé yo... 

miércoles, 20 de febrero de 2013

Maribel Verdú

Una de mis compañeras de gremio dice muy a menudo y en tono jocoso, que las profesoras somos personajes públicos y que por eso debemos cuidar lo que hacemos y cómo lo hacemos si estamos en la calle. Todas nos reímos, y perdónenme que use el femenino, pero en esas reuniones somos todas. Recordamos entonces los años de los veinte, cuando no nos importaba estar en la puerta de un local con una litrona en la mano o nos parecía estupendo salir con un escote de vértigo. En mi oficio debemos tener cuidado con el vocabulario que usamos, con la información que damos, con el tono empleado, con la imagen que proyectamos... Igual ocurre en otros oficios que son, digamos, públicos.
Estos días estoy leyendo algunos comentarios sobre las palabras de la actriz española Maribel Verdú al recibir el Goya. Detractores, defensores, palabras agrias, ataques, justificaciones destempladas, gente que la insulta, que se insultan entre ellos...
Mientras esta incuestionable actriz española hablaba ante el micrófono yo sentí vergüenza ajena. Me refiero a esa sensación de bochorno incómodo que nos produce escuchar a alguien decir lo que, a nuestros ojos, es inapropiado. Y no conocía datos que después he leído sobre ella. Eso de los siete teatros de su marido, o que protagonizó una campaña de un banco para vender hipotecas, o que El Corte Inglés, cuyas rebajas ha promocionado, no permite sindicatos... Ni siquiera sé si estos datos son ciertos. Ni creo que importe. 
Yo solamente veía a una señora espléndida, enfundada en un vestidazo de Dior y con un collar  de Bulgari espectacular. Vi el máximo exponente del lujo en su aspecto. Sé y sabía que las marcas les prestan la ropa y las joyas. No obstante, las marcas se promocionan así, ¿no? 
En estos tiempos que corren sentí apuro al escucharla. Me parece que está en su derecho de opinar, hablar, desear... Por eso no le voy a dedicar ni un solo pensamiento vulgar, ni una sola palabra fea. Por eso y, porque soy maestra.

lunes, 4 de febrero de 2013

Juventud divino tesoro

Hay una película de la que recuerdo algo muy gráfico. "Tomates verdes fritos". En una escena, dos chicas rabiosamente jóvenes y atractivas le quitan el aparcamiento a una señora de mediana edad, con algunos kilos de más y mucha autoestima de menos. Se burlan de ella y la humillan. Pero la señora acelera su coche golpeando el de las jóvenes varias veces y les dice muy tranquila algo así  como que, por suerte, su seguro cubre esos daños. 
Juventud. Término efímero y frágil. Juventud. Poco duradera y anhelada. Valiente, insolente, prepotente y osada. Frugal, fugaz, inconmensurable, expectante. Juventud valedora de gallardías y palabras que despertarán, a buen seguro, sensación de vergüenza en nuestro futuro inmediato, o no tanto.
Ganas de comerse el mundo y ganas de que el mismo mundo nos clave los incisivos en cualquier lugar de nuestra anatomía. Preciado tesoro que soñamos desde la infancia y que tanto se echará de menos. Y aún así, aún conociendo la naturaleza inexperta de los años de lozanía, se no escapa una mueca torcida, socarrona, cuando percibimos chulerías de aquellos que comienzan su andadura en la edad adulta. Es joven, decimos. No sabe y no conoce. De ahí el atrevimiento.
Pero hoy, que tantos pensamientos anónimos o poco conocidos me llegan a través de la red, soy más consciente que la juventud es un, ¿cómo lo llaman? divino tesoro. Un tesoro en bruto que los años han de pulir. Menos comprometida en realidad. Más egocéntrica, más superficial, más mi ombligo. Hermosa pubescencia que se embriaga de deseos, negaciones, críticas y convencimientos de posesión de la verdad.
Agradezco haberme hecho mayor en el seno de una familia que tiraba de mis pies, que no alimentó mi ego, que no se regodeó en atribuirme falsos destellos que, en realidad, ¡son tan abundantes! Aquellos que te quieren siempre te dirán la verdad, decía mi padre. 
Los que se ríen de la edad, de las gorduras, de las arrugas, de las canas, de la vista cansada... ¿han pensado alguna vez que han de pasar por todos los estadios de la vida? Las chicas que usan el término señora con el tono impertinente de quien se sabe mozuela; los que se refieren a los viejos chochos, a los que se aburren tomando el sol, ¿son conscientes que alcanzarán, dios mediante, tal estatus social? Los que piensan que cumplir años, después de cierto número, es algo indigno....¿es que no quieren cumplirlos?
La vida misma es un premio pero no hay quien la detenga. Los "años mejores" no son ninguna posesión. Creer que todo se sabe, o que todo se hace bien, o que no hay verdad por aprender, es un gran error. Pero verbalizarlo y comunicarlo sin pudor es una osadía y una estupidez.

lunes, 21 de enero de 2013

¿Llevas reloj?

Da igual quién sea y poco importan los motivos por los que llora. No es que no me importen. Es que conozco el porqué de sus lágrimas y el porqué de su espera apoyado en la puerta del comedor, a las nueve menos cinco de la mañana, pidiendo con lastimera arrogancia eso de irse con mamá. 
- Yo también quiero ir con mi mamá - le respondo. Pero no puedo. ¿Qué van a hacer los niños si me voy?
- Ya, tú no...pero yo si!!!
Pienso rápido, ¡¡una estrategia profe, una estrategia ya !!, me digo. Y es que a nuestro alrededor  hay unos cuantos discentes más observando la escena; sacando conclusiones; midiendo la "pelea".
La mañana es muy fría. Sin embargo, noto el calor. Me sube por la nuca, me baja por la espalda y me recorre los hombros. Intento darle la mano pero no funciona. La protesta, en fase de inicio cuando aparecí, va en aumento. El llanto se hace más notorio, más sonoro, más infantil.
- Necesito que me ayudes, casi le ruego. ¿Me llevas la agenda?
La coge sin darle mucha importancia a la tarea encomendada y empieza a caminar a mi lado. Baja sin darse cuenta los tres escalones que faltan para llegar a la acera, pero sigue llorando. Trago saliva y en ese momento caigo en la cuenta. La pregunta adecuada, el encargo perfecto.
- ¿Llevas reloj?
- Claro profe. Me lo trajeron los reyes. Se limpia la nariz con el antebrazo y se queda muy serio.  Me escucha. Ahora me escucha.
- Sí tengo. sí... ¿ por qué ? insiste en aclarármelo.
Benditos reyes. ¡Extraordinarios! Pero lo sorprendente no son las palabras que usa, sino el tono, el llanto cortado en seco, la seriedad y la importancia adquirida.
- Entonces,lo siento mucho pero me tendrás que acompañar. Necesito que me vayas dando las horas para no llegar tarde a ninguna de mis clases. O me ayudas o algunos niños se quedarán hoy solitos. Sonrío para adentro y celebro la victoria.
Mientras nos alejamos echa una mirada esperanzada hacia la directora del colegio, que a nuestro lado le dice adiós con la mano  y le promete llamar ahora mismo a su madre. 
Ya no hay penas, ni dolores de barriga, ni problemas, ni nada. Lo que sí queda es una primera sesión cantando la hora cada diez minutos más o menos y agradeciendo, pacientemente, tales atenciones. Al final de la clase, bastante serio, y con su lengüecilla de trapo, me comenta: 
- Pues si que tarda mi madre, ¿verdad profe?

jueves, 17 de enero de 2013

Un poema de papá, gran hombre papá



MUJERCITA

                       A los doce años de mi Mª del Mar

La niña mira en silencio.
El hombre pasa.
La niña derrama un beso
tenue sobre la ventana.
El hombre, sombra en la tarde.
La niña, suspiro y calma.
Notas de música en sueños
se escapan de su ventana.
El hombre, sombra en la noche,
se aleja. No sabe nada.
La niña, cuerpo de niña
y corazón de montaña.
La niña, que sueña rojas
rojas en la madrugada.
¡ Mi niña ! Porque es mi niña,
que sueña galán de plata.

Poema escrito por el maestro Rafael Fernández Carmona en 1984

domingo, 6 de enero de 2013

Bonita de verdad

Diriges tu mirada hacia el punto en el que percibes mi voz y me sonríes: "¡Qué bonita estás hoy, María!...." Y yo te devuelvo la sonrisa callando y sabiendo que no la puedes ver. Te respondo con voz lastimera: "¡Sí, claro! Lo dices porque no me ves los ojos hinchados, ni las ojeras, ni el grano que me ha salido en la barbilla, ni el pelo alborotado..." Entonces, tú te haces el ofendido y te defiendes. "Es que te recuerdo...y además, te veo con los ojos del corazón".
Y suena tremendamente cursi, pero a mi me hace recordar el modo en el que me recuerdas, el modo en el que tu corazón me retiene, retina invisible e indivisible. Pienso entonces en aquellos años en los que me mirabas sin buscar mi voz, en los que me veías bonita de verdad sin necesidad de tirar de recuerdos, de intuiciones y predicciones. Pienso en el sonido de la llave en la cerradura de la puerta anunciando tu llegada. Pienso en mis gestos medidos para que me vieras bonita de verdad, incluso durante aquellos meses en los que, después del parto, yo no era yo, o mejor, era dos veces yo.
Sin embargo, hoy es uno de esos días en los que tu cara se oscurece con esa mueca de dolor a la que ni tú ni yo nos acostumbraremos nunca. Lo lamentas. Lamentas no ver mi cara, ni la cara de tu hija, ni el paso de los años en nuestra piel, ni el espejo de la entrada, ni el cuadro que compramos en aquella feria de Atocha, ni las plantas que cuido en nuestra terraza, ni los bailes de Lucía, ni el color de la ropa que estrenas, ni el blanco de las sábanas, ni el azul verde del mar, ni las cortinas estampadas del salón, ni las lágrimas que a veces te escondo... ni lo bonita que me recuerdas.
¡Hay tanta belleza en el mundo por ver! Pero en este breve instante de recuerdos, tú sólo lamentas no poder ver lo bonita que estoy hoy, precisamente hoy, que tengo los ojos hinchados, ojeras, un feo grano en la barbilla y estoy tan despeinada...