jueves, 25 de abril de 2013

SECRETOS PARA LUCÍA


Su voz es infantil, ávida de saber, pizpireta. Lucía pregunta y yo le doy medias verdades. Entonces saca sus conclusiones y recoge un secreto. La animo a guardarlo como un tesoro. Le digo que la gente se debe entretener con sus propias miserias y no con las ajenas. Guárdalo mi vida. Lo que cuentes una vez ya está vendido y no pones tú el precio. 

Entonces, muy seria, con actitud casi adolescente, con sus casi diez años, Lucía me dice:
- Mamá, hace ya tiempo que sé que con un secreto tienes tres opciones. Uno, callártelo y guardarlo para ti; otro, contárselo a la primera persona que te encuentres; y el último, mamá, el último es contarlo añadiendo muchos detalles que hagan la historia más interesante. Yo, mamá, yo me quedo con lo primero.



Entonces Lucía, te iré regalando todos los secretos de la vida, iré regando tu tierra fértil con las aguas de mi pensamiento. Lo haré para que te lleves algo mío. Para que te quedes con mi esencia, con mi experiencia de amor, de amiga, de hija, de hermana, de madre. Te espero y te imagino mujer fuerte y decidida. Mujer entusiasta y divertida. Mujer convencida de sus pasos. Mujer que llore sin reservas. Mujer que ría a carcajadas. Mujer que guarde los secretos. Mujer que los mime y los envuelva en forma de canción, de poema, de pintura o de qué sé yo...