jueves, 31 de octubre de 2013

Cómo sucedió que los números no se escriben con b

De cómo decidí explicar a mis alumnos y alumnas la norma ortográfica que dice que los números se escriben con v.

En el País de los Números todo está muy limpio y ordenado. De todos es sabido que son muy organizados. Forma parte de su naturaleza. Cada cosa en su lugar y en su justa medida. Los números se suman, restan, multiplican o dividen con exacta precisión. Las líneas de los polígonos, ya sean abiertos o cerrados, comienzan y terminan en el cardinal exacto, ni un milímetro más, ni un centímetro menos. Los ordinales se corresponden sin ningún margen de error, lo mismo en un bloque de pisos que en una carrera de caballos. Incluso los romanos, que ya van peinando canas, se agrupan y emparejan con lógica aplastante.

Muy distinto es el País de las Letras. Ellas cambian a menudo de traje o de peinado. Todo allí es sorprendente. La letra a es arial, helvética, times o courier según mejor le convenga. Las haches, uves y pes se visten de cursiva para ocasiones especiales. Mayúsculas y minúsculas se intercalan alegremente entre versos, estrofas, pautas, cuadrículas, puntos y comas. En definitiva, las consonantes y vocales organizan divertidísimas fiestas de abecedario. Sílabas y palabras escriben fantásticas historias en las que inventan, opinan y dan forma a los sueños. 

Hace muchos, muchísimos años, los números se dieron cuenta que necesitaban de las letras para ser leídos y escritos. Muchos escritores preferían utilizar palabras como antes, después, a continuación o por último en vez de intercalar en sus escritos un 1º (primero), un 2 (dos), un 4 (cuatro) o un  22º (vigésimosegundo). Así que se reunieron en una gran asamblea y decidieron invitar a las letras a conocer su metódico país. Esperaban que ellas, que a todo ponen voz y sonido, supieran darles forma de palabra. Las letras se pusieron muy contentas, pues no todos los días se tiene la oportunidad de visitar un país exótico con todos los gastos pagados.

Los números, por su parte, se prepararon para recibir a tan ilustres visitantes. Organizaron con esmero  todo tipo de actividades, meriendas y visitas guiadas. No olvidemos que  son expertos en el manejo de las horas, los minutos, los segundos y hasta las milésimas de segundo.
En el país de los números se cultivan huertos y jardines inmensos. Allí se afanan para recoger una buena cosecha de signos de multiplicar, de restar y sumar, cajas de dividir, formas de igualar o de comparar. ¡Qué aburrida sería la vida  sin signos para añadir, quitar o repartir! Naturalmente, las letras visitaron esos extensos huertos y campos.

Éstas no salían de su asombro. Es cierto que ellas recogían  de sus frondosos bosques signos de puntuación, acentos y tildes, comas y dos puntos, exclamaciones e interrogantes, comillas y arrobas. Pero las letras no se preocupaban demasiado por su cultivo y todo eran  frutos silvestres que crecían  en los árboles y arbustos que llenaban su hermoso país. Las hadas, musas de la inspiración, se encargaban de sus cuidados, de la recolección y de su posterior maceración y conservación. Cuando una letra necesitaba descansar, solamente debía hacerlo y aparecía un punto y seguido. Si lo que se precisaba era cuestionar, los signos de interrogación se colocaban solícitos amparando la entonación adecuada. Si se iba a cambiar de asunto el punto y aparte hacía solito todo el trabajo. Las musas de la literatura trabajaban sin descanso para que todo funcionara.

Pronto llegó el momento de la importante reunión en la que consonantes y vocales se irían ordenando para formar las sílabas y palabras que, por fin, darían lectura a  los números. Éstos, ¡tenían tantas ganas de ser escritos en libros y cuadernos por todos los niños y niñas del mundo! 
Comenzó el primer número. Bueno, en realidad es un no número, pero ¡es tan necesario! Sí, así es. Lo habéis adivinado. Se presentó el 0 y explicó su significado. 
- Yo soy nada. En solitario soy nulo- dijo- pero si acompaño a  las cifras a su derecha las transformo, aumento o ayudo a cambiar de decena. La C de círculo, casi tan redondo como el cero,  se ofreció voluntaria para ser la primera, así que  la letra e se cogió de su mano y se quedó con ella. La r suave agarró una o, ¡tan parecida es a ese número! y formaron la palabra cero
El 1 manifestó su deseo de no ser muy largo, pues la cantidad que representaba era más bien pequeña. -- Está bien- dijeron las letras- te escribirás uno.
El 2 deseaba afirmar su naturaleza plural y se empeñó es terminar con la letra S.
El seis quería tener una i a toda costa. - Tan divertida es la i con su sombrero- repetía.
El siete quería tener la letra E. - Yo soy como ella pero del revés, y a la pata coja- dijo. 
- Pues, ¡ más me parezco yo! - exclamó el tres que también se quiso escribir con la e.
- El 8 debe llevar dos os- sugirió alguien- Una al comienzo y otra al final. Y todos estuvieron de acuerdo.

Así se fueron sucediendo los turnos. De uno en uno, claro. Con todas las demás letras, estaban la b y la v. 
Hermanas mellizas como ya habréis podido imaginar. Son tan parecidas en sonido y tan distintas en su forma... Sí, es cierto que el modo de sujetar a las vocales es muy parecida, por algo son hermanas... Pero la v es vital, veloz y valiente . Sin embargo, su hermana, la b, es muy bromista y burlona. Incluso algo bobalicona.  ¡Estaba de lo más aburrida en aquella reunión! A ella lo que le gusta es un buen baile y bostezaba sin parar. Abría la boca, cerraba los ojos y cabeceaba de arriba a abajo y de abajo a arriba.
Fue por eso que sin pensarlo demasiado, la letra b se separó del grupo y se alejó, curioseando aquí y allá, maravillada ante tanto orden y concierto. ¡Era tan distinto el País de los Números a lo que ella conocía! 
De este modo fue que, altiva cual bonito beso, la b se dirigió a los huertos y jardines que con tanto mimo cuidaban los números. No penséis que anduvo con cuidado o con tiento o con tino. ¡No señor, no¡ A su paso la b aplastó árboles y plantas, abrió surcos  en la tierra con su esbelta figura, probó todos los frutos y bebió de todas las fuentes de todos los jardines. Alargaba su largo brazo y alcanzaba las frondosas copas de todos los árboles frutales. Recogió con curiosidad signos negativos y positivos. ¡ La x de la multiplicación la colocó dentro de un divisor! ¡Todo, todo  todito lo embarulló!

En cuestión de minutos el País de los Números se convirtió  en un tremendo caos. Las sumas olvidaban las llevadas y las restas no sabían qué quitar. Los signos de multiplicar y dividir se mezclaban en un tremendo barullo de operaciones inconexas e incompletas. Los relojes dejaron de marcar las horas. El día y la noche se sucedían a intervalos cortos y largos sin ninguna lógica.
Cuando saltaron las alarmas, la reunión entre letras y números fue suspendida inmediatamente y se declaró en el país estado de emergencia. 
La letra b trató de justificarse en vano cuando las autoridades la apresaron por escándalo, por poner en riesgo la salud pública y por un montón de cargos más : 
1. Hacer que Miguel, Ana, Sofía y Hugo suspendieran un control de mates en el cole al confundir  el signo de multiplicar con el de dividir.
2. Provocar una pérdida de 0.95 céntimos en la frutería de Manuel, por mezclar los decimales con los enteros.
3. Marcar erróneo el peso de Natalia por poner los kilos en lugar de los gramos. La pobre ha estado sometida a un estricta dieta durante tres cuartos de hora.
4. Subir la planta primera del aparcamiento del barrio de Marisa a la azotea y colocar la tercera en el sótano, con el consiguiente perjuicio ocasionado a los usuarios. ¡Nadie encontraba su vehículo!
5. Impedir que Mario reparta golosinas entre sus amigos por no encontrar en su sitio el signo de dividir ¿o era el de restar?
6. Perder un cargamento de juguetes que viajaba en un avión que aterrizó en el Polo Sur.
7. Hacer que una clase entera de segundo de primaria contestará con una suma a la pregunta esa de -¿cuánto falta para...?

Y un montón de asuntos más...

El universo matemático se vio alterado como nunca antes en la historia del País de los Números había ocurrido. ¡Ellos, que tan orgullosos estaban de velar por el sentido común y el orden!

Bruta,bufona, bobalicona, gamberra, abusadora, embustera, borrica...- le decían las otras letras muertas de la vergüenza. Y aunque trataron de defenderla, poco pudieron hacer. Los números estaban tan molestos que incluso peligraron las relaciones diplomáticas entre ambos países. Finalmente, y tras muchas negociaciones, se decidió usar  la letra v en su lugar, que parece igual, aunque no lo es.


Sí, sí...coincido con lo que estáis pensando...la letra b también es buena y brillante, y sin duda suena a besos de abuela, a bondad, a sabiduría...También sabe a batido de banana, a frambuesa, a albaricoque y  a bizcocho. No hay abrazo sin ella, ni niña bonita , ni barco que surque los mares. Pero los números no entienden de romanticismo y todavía hoy, la letra b no puede ocupar ciertos puestos de relevancia en la escritura de números.

Es por esto que os he contado, chicos y chicas, que ningún número del mundo se escribe con b. Escribimos NUEVE, VEINTE, VEINTINUEVE, NOVENTA NOVENTA Y NUEVE, NOVECIENTOS, NOVECIENTOS NUEVE, NOVECIENTOS VEINTE, NOVECIENTOS VEINTINUEVE.... siempre con uve.
La b fue desterrada del País de los Números con la prohibición expresa de no regresar en millones y millones de años. Los problemas espaciales, temporales y numéricos que causó se recordaron casi hasta el infinito...
¡Bueno, es cierto! Tal vez estoy exagerando...pero no me negaréis que tuvo que pasar al menos un billón de años para que la b volviera al País de los Números...