Defectivos
No me gustan los odios. Ni la sensación de detestar a nadie. Pero a veces los odios andan sueltos en algunas direcciones. Los motivos suelen ser pocos: las malas intenciones, la inquina, la mezquindad o lo soez. Es muy alto el nivel de exposición que tenemos los maestros y maestras. Es el resultado de las familias que están descontentas con su modo de crianza. Y es que, como madre, reconozco que no es fácil. Desgraciadamente, en el gremio del magisterio nos llueven a menudo los motivos, pues granizan las descalificaciones y nievan los cuestionamientos. Lo he expresado a propósito con verbos defectivos. No sé si por plasmar una indirecta o porque justamente, mis alumnos, lo están estudiando en estos días.