jueves, 26 de noviembre de 2015

La lacra del magisterio

Que los padres opinamos sobre la educación de nuestros hijos es algo evidente e incuestionable. Que todo, todo, lo que nos dicen de ellos no nos gusta es también verdad. Y que los conocemos mejor que nadie es innegable.
Voy a relatar una pequeña historia. Esta vez no es en primera persona.
La profe Marta tiene ya algunos años de experiencia. Le gusta su trabajo y dedica mucho de su tiempo personal a preparar clases, buscar recursos y hacer muchas de esas cosas que hacemos los maestros. 
Por eso me resulta raro que  reciba una nota negativa en la agenda de una alumna. Su mamá opina sobre su autoridad en el aula, la calidad de las clases y las causas del mal comportamiento de su hija. La causa es la maestra, ¡está claro! Y tiene la osadía de escribirlo todo sembrado de faltas de ortografía y redacción cuando está presumiendo de su licenciatura. Ella era igual que su hija pero finalmente se licenció, viene a decir.
Que la nena en cuestión sonría, victoriosa, mientras su profesora lee es el final de la historia.
El final de la historia para la maestra. El comienzo de una historia  mal enhebrada para la nena. Está claro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario