martes, 22 de mayo de 2012

Ahora la madre soy yo

La otra tarde salí de compras con Lucía para invertir algún dinerillo que le han regalado por su cumpleaños. A sus nueve años parece tener muy claro lo que le gusta y lo que no. Así que nos fuimos a una de esas tiendas de una conocida cadena en las hay ropa vistosa, moderna y colorida y ¡carente de elegancia, la verdad!
Ella llevaba unos días describiéndome una supuesta prenda con un hombro al aire.Un capricho decía ella. Yo estaba tranquila pensando que dicho atuendo no existiría en el mercado para una cría de su edad. Por el camino, y con su pequeño bolso azul turquesa colgado del hombro me iba convenciendo y se explicaba muy seria.
-Tú eres una mujer elegante, mamá. Es tu gusto y a mi me encanta para ti...pero, ¡asúmelo! ,yo soy una cateta. Soy así, y visto como a mi me gusta. Tú querrías que fuera de otra manera pero soy como soy...Tengo mi propio estilo- sentenciaba.
Lo cierto es que yo me río ante estos comentarios de mi hija, pero no puedo evitar asustarme pensando en la de enfrentamientos que todavía nos quedan. ¡Madre mía!
Subimos a la planta de arriba, esa en la que están mezcladas las prendas de ocho a x años en adelante. ¡Bárbaro!, ¿verdad? Es ridículo pensar que una señora de taitantos se va a vestir como una niña o a la inversa, que no es lo mismo pero es igual.
¡Allí estaba!!!! Esperando en su percha. Esperando a Lucía. Solo un modelo. Naranja butano. Lentejuelillas negras...y un hombro al aire, cubierto solo por una trenza de tela.
-¡ Dios mío, mamá! ¡Es mi sueño! Casi puedo afirmar que me pareció verle los ojos nublados de la emoción.
Yo eché un vistazo y traté de convencerla de que no había talla. Pero ella la encontró. ¡Vaya si la encontró! Le hablé del color, ¿seguro que te gusta naranja? ... ¡la prefiriría blanca, mami, pero no la hay!! No voy a prescindir de mi sueño por una minucia como el color, parecía querer decirme.Así que se lo probó, se pavoneó ante el espejo y lo combinó con un vaquero ajustado que yo no podría hacerle usar contra su voluntad. Buscó mi aprobación con gran entusiamo.
- ¿Te lo vas poner Lucía? (comentario típico de madre, lo sé, lo sé)...Entonces, salimos de allí con la camiseta naranja butano, con lentejuelillas negras y con un hombro al aire...
Y el caso es que todo esto me suena. Me suenan unos zuecos de madera que conseguí sin llorar a base de pedir y pedir. Las botas camperas, los zapatitos de tacón, los calentadores... Me suena el pelo en la cara. Me suena un vestido rojo con cinturón negro que me hizo bastante popular en el instituto. Los conjuntos para la Noche Vieja, los pantalones pesqueros, las deportivas con cordones de colores... Me suena un tupé cardado que me hacía un palmo más alta. Me suena la mueca torcida de mi madre y la media sonrisa. Me suena, claro. Pero ahora la madre soy yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario