martes, 1 de mayo de 2012

Una rama entablillada

Hablaba por teléfono en la terraza mientras toqueteaba las jardineras aquí y allá. Estaba comprobando el estado de una planta que di por  perdida durante todo el invierno. Con la primavera y para mi sorpresa, empezaron a brotar  hojas y capullos, (capullos de la naturaleza, no por naturaleza)
No sé exactamente qué es lo que le relataba a mamá. Imagino que cosas triviales de mi día a día. Pero me consta que lo hacía de la forma en la que yo acostumbro, apasionada y vehementemente. De pronto, una de las ramas más cargadas se me quebró en la mano sin terminar de romperse.
Mi madre me oyó exclamar un - ay, mierda!!!
- ¿Qué pasa?- me dijo sorprendida.
- Nada mamá, que acabo de romper una rama que venía cargadita de flores...
Me sugirió que la entablillara y continuó hablándome. ¿Entablillar una rama? Jamás se me habría ocurrido, pero mi madre es una de esas mujeres fantásticas que inventa soluciones y remedios para casi todos los...dolores. Terminé la conversación lo más rápido que pude y me fui a por un palillo de dientes y un rollo de celo.Lo hice con mucha convicción la verdad. Ajusté el palillo a la rama y le dí un par de vueltas de celo. Voilà!!
A los pocos días empezaron  a  abrir. Un montón de ellas. Mi planta no es gran cosa, la verdad. Aunque si tenemos en cuenta que pareció muerta durante unos meses, se ve muy linda en mi balcón. Y además, es mía.
Ahora, mientras me fumo un cigarro frente a ella me digo con emoción que entablillaría muchas cosas. ¡Ojalá pudiera entablillar mil vidas con un palillo y un trozo de celo! Repartiría la receta a todo el mundo y recomendaría mucho entusiasmo. Palillo de dientes, celo, convicción y entusiasmo ¡sí! Estos dos últimos ingredientes serían fundamentales. Pues yo creo que mi rama ha sobrevivido por mis constantes visitas y cuidados, por la fe que le puse a la cura y, lo más importante, por mis ganas de curarla.

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