domingo, 11 de noviembre de 2012

Lo hago porque te quiero

Por primera vez y durante el curso pasado empecé a poner pegatinas en las agendas de mis alumn@s para comunicar en casa si se portaban bien o mal (o medio bien o medio mal) . Lo cierto es que algo tan sencillo aparentemente de hacer, se convierte en un lío de agendas y caritas expectantes alrededor de mi mesa.
 - Agendas abiertas. ¿De quién es esta?, y,  ¿tú que opinas?, ¿cómo te has portado?
 - ¿Qué color  me vas a poner? , preguntan los más osados. Y reconozco que, a veces, les fulmino   con la mirada...
Si les pongo una de las azules, que significa que bien pero que podría ser mejor, me lanzan una de esas reflexiones suyas de esta a mi madre le basta. Si es una de las verdes, que quiere decir regular ,insisten en que estas no le gustan nada a mi padre. Si es una de las amarillas, que quiere decir fantástico, me animan a que le pinte los ojitos y la sonrisa, para que no haya dudas. Y si se trata de la roja...¡ufff!... ponen cara de sorpresa, suplican, y me hacen responsable del castigo que recibirán por tan grave amonestación.
Me encanta poner las amarillas. Brillantes y radiantes como el sol sonriente de los Tele Tubbies .
Pero la recompensa mayor es, por ejemplo, cuando Alba, con su voz infantil, la celebra diciéndome:
- ¡Qué bien, amarilla!!!
- Te portaste fenomenal. Un poco cantarina, pero has trabajado mucho. Contesto.
- ¡Es que me estoy esforzando!- me responde sonriendo- Pero yo no lo hago por la pegatina ¿sabes? ...lo hago porque te quiero.
Y entonces, en ese momento, en ese instante en el que yo me la comía, es cuando doy por bien invertido el tiempo en abrir agendas, buscar el día, la pegatina, pintar la carita y alterar, en definitiva, el ritmo de la clase. Y, aunque no se lo digo, yo también lo hago porque les quiero.

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