lunes, 4 de febrero de 2013

Juventud divino tesoro

Hay una película de la que recuerdo algo muy gráfico. "Tomates verdes fritos". En una escena, dos chicas rabiosamente jóvenes y atractivas le quitan el aparcamiento a una señora de mediana edad, con algunos kilos de más y mucha autoestima de menos. Se burlan de ella y la humillan. Pero la señora acelera su coche golpeando el de las jóvenes varias veces y les dice muy tranquila algo así  como que, por suerte, su seguro cubre esos daños. 
Juventud. Término efímero y frágil. Juventud. Poco duradera y anhelada. Valiente, insolente, prepotente y osada. Frugal, fugaz, inconmensurable, expectante. Juventud valedora de gallardías y palabras que despertarán, a buen seguro, sensación de vergüenza en nuestro futuro inmediato, o no tanto.
Ganas de comerse el mundo y ganas de que el mismo mundo nos clave los incisivos en cualquier lugar de nuestra anatomía. Preciado tesoro que soñamos desde la infancia y que tanto se echará de menos. Y aún así, aún conociendo la naturaleza inexperta de los años de lozanía, se no escapa una mueca torcida, socarrona, cuando percibimos chulerías de aquellos que comienzan su andadura en la edad adulta. Es joven, decimos. No sabe y no conoce. De ahí el atrevimiento.
Pero hoy, que tantos pensamientos anónimos o poco conocidos me llegan a través de la red, soy más consciente que la juventud es un, ¿cómo lo llaman? divino tesoro. Un tesoro en bruto que los años han de pulir. Menos comprometida en realidad. Más egocéntrica, más superficial, más mi ombligo. Hermosa pubescencia que se embriaga de deseos, negaciones, críticas y convencimientos de posesión de la verdad.
Agradezco haberme hecho mayor en el seno de una familia que tiraba de mis pies, que no alimentó mi ego, que no se regodeó en atribuirme falsos destellos que, en realidad, ¡son tan abundantes! Aquellos que te quieren siempre te dirán la verdad, decía mi padre. 
Los que se ríen de la edad, de las gorduras, de las arrugas, de las canas, de la vista cansada... ¿han pensado alguna vez que han de pasar por todos los estadios de la vida? Las chicas que usan el término señora con el tono impertinente de quien se sabe mozuela; los que se refieren a los viejos chochos, a los que se aburren tomando el sol, ¿son conscientes que alcanzarán, dios mediante, tal estatus social? Los que piensan que cumplir años, después de cierto número, es algo indigno....¿es que no quieren cumplirlos?
La vida misma es un premio pero no hay quien la detenga. Los "años mejores" no son ninguna posesión. Creer que todo se sabe, o que todo se hace bien, o que no hay verdad por aprender, es un gran error. Pero verbalizarlo y comunicarlo sin pudor es una osadía y una estupidez.

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